Aguachica - Art3
   
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Los algodoneros de Aguachica descritos por Hernández y Camelo Bogotá representan al colombiano del siglo XX en busca de mejores oportunidades de vida: campesinos del Espinal que llegaron al sur del Cesar como arrendatarios y, tras años de trabajo, compraron después en compañía algunas hectáreas para la siembra de la fibra; agricultores de Boyacá desplazados por la violencia que siguieron rutas similares de ascenso económico en el cultivo del algodón; leñadores de Simití que pasaron a ser trabajadores de la Andian, y que con sus nuevos ingresos pudieron más tarde adquirir tierra para criar ganado antes de unirsc a la bonanza algodonera; transportadores de San Vicente de Chucurí que, tras sus recorridos en la región, decidieron finalmente invertir en el campo. "El ideal del tractorista era convertirse en agricultor", expresan Hernández y Camelo Bogotá para referirse al creciente grupo de tolimenses que vieron en el sur del Cesar la tierra promisoria. Y simultáneamente con este extraordinario movimiento migratorio fueron llegando también empresarios con capital y técnicos agrícolas, quienes colaboraron estrechamente en las transformaciones tecnológicas del cultivo algodonero.

 

Las preocupaciones de estos empresarios del agro, frente a las circunstancias de la expansión del cultivo, motivaron en 1970 la fundación de la Cooperativa Algodonera del Cesar, (Coalcesar), a la que los autores dedican el último capítulo del libro. Fruto de una disputa interna del sector, Coalcesar aglutina buena parte de los algodoneros de Aguachica en una cooperativa donde predominan pequeños y medianos propietarios, cuyas plantaciones oscilan entre 20 y 400 hectáreas.

 

Aguachica, historia de un camino es un libro dedicado a la conmemoración de los 20 años de existencia de Coalcesar. Sus autores, sin embargo, no se limitaron a escribir la historia de esta institución y decidieron cubrir interesantes aspectos de la historia social y económica de la región. Tal vez inevitablemente, el trabajo sufre las desventajas de toda historia institucional, aunque goza también de sus ventajas:

 

una edición impecable, con atractivas ilustraciones en color. Los aspectos positivos de la "colonización algodonera" reciben mucha más atención que las dificultades que trajo consigo la apertura de una nueva frontera agrícola. Un análisis más profundo de las divergencias entre Federalgodón y Coalcesar podría haber enriquecido aun más el estudio del desarrollo del sector algodonero.

 
A pesar de estas limitaciones, Aguachica, historia de un camino es una importante contribución historiográfica, de particular interés para los estudiantes de la historia rural colombiana. Para los habitantes de Aguachica, este trabajo será punto de referencia obligatorio. Ubicada a 110 kilómetros de Bucaramanga y a 364 kilómetros de Valledupar y pronta a estrechar sus comunicaciones con Bogotá y Medellín tras la apertura de la Troncal de la Paz, el futuro de Aguachica como centro de desarrollo agroindustrial y de convergencia entre la costa atlántica y el interior andino tiene aún más promisorias perspectivas. Como observan Hernández y Camelo Bogotá, "Aguachica inicia la última década del siglo veinte con un reto: convertirse en una ciudad moderna, que satisfaga las expectativas del pujante sector agrícola y ganadero, y las aspiraciones de sus gentes sencillas y laboriosas".


EDUARDO POSADA CARBÓ

<Atras>

 

   
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